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La enfermedad renal crónica (ERC) devasta el campo salvadoreño

“Un dolor caliente y penetrante atravesó mis huesos. No podía estirar mis piernas y los deseos de vomitar eran constantes. Me tomé los analgésicos y usé la medicina tradicional como las compresas de hojas sobre mis piernas. Hasta que ellos no hicieron el estudio no supe que tenía mis riñones dañados”. Manuel Antonio Portillo, 46 años de edad, Las Brisas, Departamento de San Miguel.

“Ellos me hicieron un chequeo completo en el hospital [como parte del estudio] y mis resultados estaban todos bien, excepto los relacionados con mis riñones; tenía una enfermedad crónica renal, en fase 3. Para mí no es fácil seguir las recomendaciones de mi doctor aquí en el campo porque nuestro trabajo es muy duro y la jornada laboral muy larga”. Roberto Reyes, 43 años de edad, Nueva Esperanza, región del Bajo Lempa.

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