Publicado en línea en The Lancet el 16 de octubre, 2014 y traducido al español con permiso.
Inglés disponible en: http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(14)61493-8/abstract
El interés suscitado por la atención sanitaria universal se ha intensificado en los últimos tiempos gracias al debate de la Cobertura Universal de Salud, incorporada en los acuerdos posteriores al 2015. No obstante, estos términos han de examinarse con cuidado ya que adquieren diferentes connotaciones, según los distintos intereses sociales, políticos y financieros. Algunos sostienen que la cobertura universal puede lograrse a través de seguros obligatorios, ya sean sociales, privados o públicos, en diversas combinaciones, mediante la segmentación de la población, según la capacidades adquisitiva de los grupos sociales. Esta posición considera que la salud es, en lo fundamental, responsabilidad del individuo y que la atención en salud ha de ser financiada por particulares y empleadores y no por el Estado, o al menos no debe constituir una responsabilidad financiera primordial del mismo. El financiamiento estatal sólo podría considerar a los grupos en extrema pobreza o en situación de riesgo. Las experiencias de los países que han implementado el modelo de cobertura universal bajo la forma de seguro social público, tales como Colombia, México y Chile no han logrado mejoras sustanciales, debido a su orientación comercial y a los costos de los subsidios estatales.