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Bajo la sombra de la noche: el aborto cruza las fronteras

Jessica y Robert* tenían un hijo de tres años y estaban ilusionados con su segundo embarazo, una niña. Cuando Jessica tenía 21 semanas de gestación, el ultrasonido de rutina resultó normal. A las 26 semanas, tuvo un pequeño accidente de tránsito y su obstetra la remitió para que le hicieran un ultrasonido especializado, pues estaba preocupado por el corazón del bebé. Así fue como Jessica y Robert descubrieron que su hija tenía un defecto cardíaco serio. Después de ver a un perinatólogo, un genetista y un cardiólogo pediátrico, se percataron de que el pronóstico era grave. Después del nacimiento, su hija necesitaría cirugía a corazón abierto y requeriría dos operaciones más en su primer año de vida. Si sobrevivía el tiempo suficiente, su única oportunidad real sería un trasplante cardíaco. Ellos lloraron, rabiaron, y luego recurrieron a internet. Sintieron que la única forma de proteger a su hija de una vida de sufrimiento era la interrupción del embarazo. Cuando llegaron a nuestra clínica en Nuevo México estaban abatidos, frágiles. “Siento como si hubiéramos cruzado a hurtadillas las fronteras estatales bajo la sombra de la noche”, nos dijo Jessica, “pero ¿qué podíamos hacer?”

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