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Graduación del 2015 de la Escuela Latinoamericana de Medicina: entrevista exclusiva con graduados estadounidenses formados en Cuba

Llámeles intrépidos pioneros o simplemente tenaces: más de 200 estudiantes de Estados Unidos, principalmente de minorías marginadas y de familias de bajos ingresos, decidieron que se convertirían en los médicos que necesitan sus comunidades, y que sería la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba (ELAM) la que los prepararía para el trabajo.

Al hacerlo, aceptaron una multitud de desafíos, entre ellos el de estudiar en un país elogiado por sus indicadores de salud poblacional, pero vilipendiado durante décadas por su gobierno. Bajo el presidente George W. Bush, la inscripción en la escuela requería incluso la intervención del entonces Secretario de Estado Colin Powell y del Caucus Negro del Congreso, cuyos miembros representan distritos con algunos de los peores indicadores de salud de los Estados Unidos. Una vez aceptados por la ELAM, que tiene sus propios requisitos académicos altos, no estaba claro si podrían afrontar la vida en Cuba, un país pobre con recursos limitados. Y luego viene el reto de aprobar el Examen de Licencia Médica de Estados Unidos (US Medical Licensing Examination, USMLE), que se exige a todos los estudiantes de medicina de Estados Unidos para obtener plazas en los programas de residencia.
Además de estos obstáculos había otra gran interrogante: ¿trabajarían realmente en comunidades remotas, en distritos urbanos de bajos recursos y pobres o simplemente aprovecharían la educación médica gratuita y abandonarían los objetivos sociales inculcados por su alma mater?

El concepto de la ELAM es simple, pero audaz: brindarle educación médica gratuita a estudiantes brillantes dispuestos a convertirse en médicos, pero que carecen de los medios económicos para ello, los motivará al regresar a servir en comunidades como las propias. Ellos pasan seis años estudiando ciencias básicas, medicina clínica y salud pública. A partir de la primera graduación en el 2005, la ELAM ha capacitado cerca de 25 000 médicos —la mayoría mujeres y muchos de ellos indígenas— de 84 países, incluido Estados Unidos.

Una década después de que el primer graduado de Estados Unidos recibió su diploma de la ELAM, otros 113 se han graduado. Mientras que la mayoría de los graduados (especialmente los recientes) están aún terminando sus exámenes de USMLE, el 40% de ellos ya está cursando la residencia o la ha completado. De estos, el 90% ha elegido ejercer en tres especialidades principales de atención primaria —medicina familiar (61%), medicina interna (23%) y pediatría (6%). De los graduados estadounidenses que ya ejercen, el 65% trabaja en áreas deficitarias en profesionales de la salud (Health Professional Shortage Areas, HPSA) o áreas médicamente desatendidas (Medically Underserved Areas, MUA). El éxito de estos médicos también ayuda a eliminar el estigma del programa de Cuba; en Estados Unidos, los médicos graduados en el extranjero son a menudo percibidos como menos competentes, ya que se asume que estudian en el extranjero porque no lograron ser aceptados en otro lugar. Pero frecuentemente, como en el caso de los médicos formados en la ELAM, la educación médica de Estados Unidos supone una barrera económica, no intelectual, para su formación.

La Universidad de Ciencias Médicas de La Habana es una de las 14 escuelas de medicina en Cuba. En sus ceremonias de graduación de julio, se entregaron diplomas a más de 1 200 médicos de Cuba, América Central y del Sur, el Caribe, África y Asia —que incluye a los graduados de la ELAM, entre ellos 21 de Estados Unidos.

MEDICC Review entrevistó a varios graduados estadouni-denses de la ELAM mientras se preparaban para regresar a sus hogares —Wyoming, Luisiana, Pennsylvania, Texas, Florida y otros lugares. Hablaron con franqueza sobre las ventajas y los desafíos de estudiar medicina en Cuba, el proceso de concesión de licencias para ejercer en los Estados Unidos, y sus planes para el futuro.

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